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Todos los Santos
Todos los Santos

Desde la antigüedad se celebran festividades en fechas concretas del calendario de modo ancestral con un carácter trascendental.

Siempre estas fechas han coincidido con hechos astronómico como el cambio de las estaciones en los equinoccios y solsticios donde se celebraba bien el día más largo o bien que el más corto era el último  en el sentido de que una mayor cantidad de luz era sinónimo de riqueza y progreso por relacionarse con los ciclos agrícolas y ganaderos y por tanto de la vida.

El día de Todos los Santos, en otros países, “día de los Muertos”, se celebra o mejor se rinde culto a todo lo contrario, “la muerte” o mejor dicho “los muertos”

En ese sentido es más una manera de respetar y reconocer a las personas que estuvieron vivas entre nosotros.

Ese día Cementerios y Camposantos se visten de flores y a la vez de luto en un homenaje hacia aquellos familiares que una vez vivieron y dejaron su impronta en esta vida. Todos ellos de un modo natural o accidental, tal vez, ya no están junto a nosotros, y ese día se celebra que sí lo están porque los recordamos.

eternidad
eternidad

Esa noche del 31 de octubre al 1 de noviembre de algún modo todas esas personas mediante nuestro recuerdo, nos acompañan en un rito natural de renovación donde se hace patente el relevo necesario en un ciclo que es ancestral, un ciclo que nosotros mismos cumpliremos algún día.

Por eso a la vez que se rinde respeto a estas personas se está reconociendo el valor de la vida que ahora disfrutamos y que alguna vez se acabará pero que mediante el recuerdo de los vivos permanece eterno.

En la inmensa cantidad de culturas y religiones ese día es importante porque evidencia esa creencia de la inmortalidad del Ser tras la muerte que es a sus ojos un tránsito hacia otra vida diferente ya sea en un plano espiritual o bien según otras a una nueva reencarnación, tal vez, las dos cosas. Incluso desde el punto de vista más laico y ateo, es innegable que al menos esa eternidad se forja en nuestro recuerdo hacia esos familiares que alguna vez nos acompañaron.

Todo eso se celebra ese día que no es poco. Ahora, en la civilización actual donde la cultura del silicio y la tecnología se apoderaron de nuestro día a día con toda clase de modernidades, prácticamente se sigue creyendo en las mismas cosas que en los últimos siglos y milenios.

Hemos pasado de los enterramientos del Paleolítico y Neolítico a los Cementerios que son muy similares a los de la antigua Grecia y Roma.

Ahora también se popularizó la incineración en un modo de que el cuerpo físico vuelva a la tierra de donde nació mediante cenizas que en unos casos son guardadas en urnas como en la antigüedad, y en otros son esparcidas al viento en ritos muy similares a otros de tipo Normando. Los Vikingos prendían fuego a sus muertos en una barca la cuál se prendía también y terminaba hundida en el fondo del mar tras consumirse en un modo de devolver a la tierra lo que se había tomada en vida de ella.

Actualmente parece que otras celebraciones más contemporáneas como la de Halloween tratan de hacer sombra a estas celebraciones tradicionales. Son celebraciones sombrías de origen inglés de poco más de dos centurias y que con un afán comercial se ha tratado de incorporar a las tradiciones populares. Radicada esta celebración en un acontecimiento histórico reciente se trata de vestir con un halo de modernidad y a la vez de tradición antigua, que de ningún modo le corresponde.

Incorpora muchos elementos de tradiciones clásicas propias antes descritas pero en el fondo una celebración vacía porque en la base nada tiene que ver con la cultura milenaria que ya existe.

Además en esta nueva celebración comercial se hace especial énfasis en los aspectos más escatológicos propios de la muerte donde se resalta y destaca el hecho físico de la muerte, así como el dolor, el terror, y todos aquellos miedos que el hombre asoció a lo desconocido y a la muerte en sí.

Y todos esos aspectos como los fantasmas, muertos vivientes, murciélagos, demonios, huesos, esqueletos, cadáveres y telarañas han sido tremendamente útiles para elaborar todo un surtido de productos en forma de disfraces, alimentos, espectáculos, películas y otras clases de entretenimiento que en esos días concretos son ofrecidos de manera masiva a la gente, tergiversando una festividad tradicional con la introducción de ideas extrañas para crear una nueva fiesta totalmente inventada y que nada tiene que ver con la original.

No obstante, las tradiciones y la cultura de base son fuertes y ancestrales como se destacó antes, y al margen de estas modas paralelas no cabe duda que finalmente permanecen las celebraciones clásicas debido a que tienen una base más profunda y un fuerte arraigo

Camposanto
Camposanto

autor del artículo:

Jesús Pablo Alonso García

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banqueteBabette

“El festín de Babette” es una película de una sencillez y a la vez complejidad asombrosa

Esta película ambientada en el año 1871 en una aldea de pescadores situada en la costa danesa, comienza con la presentación de dos hermanas, Martina y Filipa, que viven con su padre, un reverendo que predica una doctrina religiosa de tradición puritana bajo la cuál congrega a un pequeño grupo de fieles.

Alrededor de esta unidad familiar se crean relaciones de distinta duración y naturaleza por parte de diferentes personas, de manera que, desde la visión y ejemplo diarios del padre y sus hijas, todo el mundo que entra en contacto con su modo de vivir, sufre sin remedio, alguna clase de transformación, la cuál, lleva a estas personas a juzgar su propia vida, sus actos y hechos, así como aquello que no hicieron, y a continuación la manera de afrontar su futuro, colocando todo ese conjunto en perspectiva.

Este proceso, en todos los casos, no está exento de una cierta nostalgia del pasado, el cuál, hubiesen preferido, tal vez, que fuese más pleno, pero que ya queda tan lejos que no está a su alcance. En algunos casos, estas personas tienen más pasado que futuro, pero en la mayoría, tienen aún la mitad de su vida por delante.

Pasan por aquella pequeña aldea del norte de Jutlandia personas, sencillas unas, y otras más relevantes, desde un punto de vista social pero que tienen en común, todas ellas, la aceptación de su propia limitación como seres humanos en una vida que reconocen muy efímera

Pescadores, mensajeros, un tendero, ayudantes, mujeres sencillas que cuidan de sus casas en la aldea, un oficial del ejército que más adelante será general, un tenor parisino de mucho prestigio, personas de elevada posición social y económica, marineros, hombres del pueblo unos más jóvenes y otros más ancianos, pretendientes de las hijas del reverendo, y como personaje central, muy discreto, casi invisible, Babette, en principio, aparentemente, sólo una criada exiliada de Francia.

Todas las personas que aparecen, son atraídas hacia aquel lugar por alguna conexión del destino. Viven allí o pasan un cierto tiempo, pero todas tienen en común estar en un momento de reflexión en unas vidas que en algún caso tienen un mayor recorrido por su juventud, y otras que ya se encuentran casi al final de su vida.

Se hacen patentes de manera continuada las relaciones humanas, su sentido diario en lo cotidiano y la búsqueda de respuestas a través de la religión, que usan como un salvavidas y guía en su vida, que igual que el mar del norte junto al que habitan, es un tanto gris y nublado, frío y sombrío, pero a través del cuál se tratan de poner a salvo, en su concepción de seres humanos, mediante valores como el respeto, la amistad, la humildad, la amabilidad y la cortesía.

En medio de este modo de vivir, Babette se integra como un miembro más, sin mencionar jamás su vida anterior en París sobre la cuál, guarda en silencio, la más absoluta reserva. Sin embargo, su modo de actuar hacia los demás, de un modo paulatino, mejora la manera de vivir de aquellas sencillas personas.

En esta historia, muchos años después de su llegada, Babette, agradece el haber sido acogida por ellos, mediante la preparación por ella, de una gran cena con motivo de la celebración del aniversario del nacimiento del Pastor, ya fallecido varios años atrás. Este banquete resume cómo su punto de vista sobre la vida y las cosas, se integra con suavidad y delicadeza en aquella pequeña población, ofreciendo una visión mejorada sobre la relación de sus miembros, no haciendo otra cosa que amar lo que hace, en este caso mediante su “amor al trabajo”.

Esta película danesa, “El festín de Babette”, estuvo dirigida por Gabriel Axel en el año 1987 y está basada en la obra de Isak Dinesen, que es autora de “memorias de África”. En Estados Unidos fue ganadora del Oscar a la mejor película extranjera además de ser premiada en numerosos festivales internacionales.

Así de modo lógico y natural, desde que fue premiada, esta película fue reconocida durante tres años seguidos, como una de las cien mejores películas, ya no sólo por su obra sino además por todo el significado que conseguía transmitir resumiendo un momento histórico y modo de pensar en una amplia región europea de aquella época.

portadaBabette

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Jesús Pablo Alonso García

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