La Pradera y San Isidro pone a las Redes Sociales en su Sitio
”interacción humana, integración social, y el milagro de estar aquí”
La tradicional fiesta de “la Pradera de San Isidro” desafía a las redes sociales colocándolas en donde les corresponde
Estamos acostumbrados a dar a las redes sociales un poder por encima del que realmente tienen hasta el punto de estar tomando éstas el control sobre nuestras vidas.
Pues en este tipo de celebraciones se demuestra que eso no es así, y que las redes sociales deben estar a nuestro servicio.
Tradición y la modernidad parecen competir entre una continua disputa.
Muchas veces motivados en influidos por los avances tecnológicos, dejamos de lado las tradiciones más cercanas, tradiciones que nos son propias y nos pertenecen, que están junto a nosotros, y que en definitiva somos nosotros mismos.
De pequeño, al vivir en las cercanías de la ciudad de Madrid, todos los años, el día quince de mayo, acudía con mi familia a la conocida como “Pradera de San Isidro”. Allí, igual que ahora, lo tradicional es beber el “agua milagrosa” del Santo en una fuente que está junto a la ermita.
En la “pradera” igual que lo reflejara el pintor Goya en sus pinturas, se puede observar todos los años, con los mismos ojos que pudieran hacerlo esas personas de hace doscientos años, cómo al final tan sólo se trata de simplemente estar allí y compartir con la gente un día de campo. Beber el agua del Santo, pasear por la pradera, ver la verbena, y comer la tradicional tortilla allí sentados. Todo eso se puede ver en sus pinturas de hace dos siglos y parece que la cosa ha cambiado bastante poco.
Este año, ese día me sentí parte de todo aquello y protagonista de la historia igual que todos esos miles de personas allí presentes.
La gente estaba allí, con ropas más modernas, con móviles de alta tecnología, en algunos casos con grandes toldos de plástico y mesas metálicas, en otros con karaoke incluido, y el escenario que pudiera haber entonces de madera de la época, más sencillo seguro, ahora consistía en uno de enormes dimensiones y con un sistema de sonido muy potente.
Pero en lo esencial todas estas gentes estaban compartiendo lo mismo que en los últimos siglos, su comida, su compañía, y tan sólo eso, un “día campestre”
Es algo muy humano que de momento parece que nos queda.
En la verbena hay numerosas atracciones mecánicas, puestos ambulantes que venden toda clase de agrios como los tradicionales pepinos en vinagre con pimiento rojo y una anchoa en el centro. En otros se ofrecen trozos de coco cortados y vasitos con chufas y altramuces. También hay algodón dulce, manzanas caramelizadas, bebidas alcohólicas de toda clase, refrescos, frutos secos y patatas fritas.
En los puestos más amplios hay muchas mesas y sillas para comer. Al lado una barra grande se usa para servir bebidas y las comidas solicitadas. Una plancha con brasas por un lado y una enorme freidora por otro están en funcionamiento continuo para hacer chuletas, costillas, vegetales a la parrilla, calamares, chorizos y otros embutidos, que al prepararse levantan una humareda que lo envuelve todo, creando una atmósfera de feria y verbena comunes en cualquier población, y que se conoce en términos vulgares como “fritanga”, algo que sabe rico, que todo sabe parecido al usar el mismo aceite, y que no es nada sano pero que como “un día es un día” o “una vez al año no hace daño” pues se participa de ello. Todo regado con vino tinto y sangría popular.
La música y el bullicio lo envuelve todo. En unos casos se escucha el tradicional organillo que toca piezas castizas o el grito del barquillero con su ruleta. También la música más actual se da allí cita, una música que se escucha más alto por la tarde, en un concierto que se superpone al tradicional “baile” de otras épocas, donde se trataba que las parejas interaccionasen.
Ahora eso se produce todos los fines de semana, pero no hace mucho, para encontrar pareja no había muchas ocasiones al año, siendo las contadas verbenas las únicas que propiciaban estos encuentros. Bueno, hoy queda de eso bastante porque aunque tenemos muchas más oportunidades, parece que la tecnología nos tiene aislados, estamos más cerca pero a la vez más separados, y hay más eventos y mayor interacción pero la separación podría decirse que es mayor.
Toda la pradera estaba ocupada por miles de personas allá donde mirases. Había algunos huecos que era donde daba el sol. Todo el mundo se procura es día de proveerse una buena sombra. Y las mayores explanadas sin árboles, donde clareaba el parque, se convierten en zona de juegos improvisada.
También había varias asociaciones vecinales que preparaban el típico cocido madrileño en un platito con garbanzos con patata y caldito, pan y un vasito de cerveza. Lo más curioso es que se servía gratis a los asistentes, un gesto solidario que no abunda.
Este tipo de encuentros solidarios en donde tanto alimentos como mano de obra es gratis se produce con poca frecuencia pero no son casos aislados.
Es otro aspecto que se puede observar allí dentro de la faceta y naturaleza humana que es el del Voluntariado
Las personas ese día, con medios contemporáneos, se afanan en lo mismo de siempre, en “captar el momento”, en grabar en el recuerdo ese día y a los que nos acompañan.
Hay una fuente grande en la parte alta de la pradera. Es increíble ver la cantidad de personas a su alrededor para encontrar un hueco y ser fotografiados. Unos se hacían fotos los unos a los otros. Se hacían fotos de amigos, fotos de familia en donde salir reflejados todos, fotos de los hijos pequeños, las madres con las niñas y niños, los hermanitos posando juntos, las parejas de novios con la fuente de fondo, la novia retratado por su enamorado, y así muchísimas combinaciones.
En otras épocas esto era más complicado porque sólo era posible hacerlo mediante la pintura, y más reciente, mediante la fotografía en papel, accesible a pocos al comienzo y después, con un precio aún elevado no era tan frecuente como ahora donde se cuentan por miles las fotografías hechas con cámaras de fotografía digital y con dispositivos móviles en una serie ilimitada de autorretratos también conocidos como selfies.
En otra fuente y estanque próximos, se sucedían escenas parecidas, donde niños y niñas, mascotas, que sobre todo eran perros, jugaban en el borde, jugando y persiguiéndose los unos a los otros. Y lo curioso es que en todos estos aspectos el elemento común es el agua, la cuál siempre aparece integrada en los parques y jardines.
El agua que mana de la fuente de la ermita dedicada al santo, es un pozo y acuífero natural del que todo el mundo quiere beber. Se le atribuye a esta agua cualidades milagrosa y mágicas
Está relacionada esta fuente con uno de los hechos milagrosos en vida de San Isidro que consistió en la salvación de su hijo que, cuando era pequeño, cayó al pozo que había en su casa, y para salvarlo produjo el hecho milagroso de la subida de las aguas del pozo hasta poder alcanzarlo cuando se encontraba arriba en el borde.
Desde ese momento San Isidro, ya en vida, fue venerado por la población antes siquiera de que oficialmente ostentase el estatus de santo. De hecho eso se produjo siglos después.
Pero San Isidro antes de ser aclamado popularmente, según la leyenda, tradición oral y los escritos, era criticado por su devoción debido a que acudía diariamente a rezar durante tiempo prolongado.
Como ocurre siempre, la gente comienza a opinar y a hablar sobre el tema según sus propias opiniones. Estas opiniones se fueron convirtiendo en habladurías y feroces críticas sobre el tema en un asunto que para nada les concernía.
Desde el punto de vista de sus detractores, al volcarse en su Fé, descuidaba San Isidro sus labores agrícolas de manera que según ellos el trabajo no cundía lo cuál afectaría a su cosecha.
“Vamos, que esta gente, opinaba sobre la manera de trabajar unas tierras que no eran suyas, y sobre un hombre vecino suyo, que en vez de apoyarlo, no hacían más que criticarlo, igual que ocurre a menudo en el día a día, sea la época que sea”.
Cuenta la leyenda más extendida que un día mientras Isidro estaba rezando, el arado y los bueyes eran guiados por unos ángeles según unos, o pájaros según otros, de manera que lo hacían el trabajo
Ante este hecho, la gente reconoció que se trataba de una persona Santa y las críticas terminaron ese día. A partir de aquel momento todo el mundo se volcó en aquella persona concediéndole ese estatus divino atribuido a esos hechos extraordinarios que ocurren muy de cuando en cuando.
Según cuenta la historia Isidro era un labrador mozárabe en el siglo XI, cuando Madrid estaba bajo dominio musulmán. Pero indagar en esta persona y su historia es sumergirse en un conjunto de tradiciones e iconografía que integra los últimos mil años según las personas que en todo este tiempo vivieron de manera que se entremezclan todas las culturas que pasaron por aquí.
San Isidro está asociado a lo que tiene que ver con el agua y es considerado un santo zahorí, pocero y también hacedor de lluvias.
En este sentido se ha entremezclado todo tanto que, por una parte hay textos escritos, y por otra mucho mayor, tradición oral que es al final la que salta hasta nuestros días entre generaciones.
Y esto es un poco lo que quería expresar en este artículo, el hecho de que al final lo que está vivo e importa es “lo que la gente da importancia y considera vivo”. Se trata de todo eso que se ha transmitido durante generaciones y que ha saltado por encima de todo sin importar el modo ni los medios o los credos.
Pues bien, para beber esa agua milagrosa de la ermita, es inevitable esperar una cola kilométrica de gente para poder esperar un turno en esta tarea. Pero forma parte de ese día todo aquello. Al final, entras a un recinto anexo a la ermita que es un patio pequeño con jardines, y junto a la ermita hay una fuente con una pila enorme de donde sale un enorme chorro de agua transparente y fresca que mediante jarras una decena de voluntarios distribuyen entre los asistentes.
Es agua de pozo, natural, y sin clorar. Pero este manantial no es el de los hechos milagrosos que se narraron, sino una fuente natural que estaba próxima a los campos de labranza en las afueras de aquella localidad.
El pozo que se menciona en la leyenda está sin embargo en el centro de la ciudad donde San Isidro vivió, pero la tradición hace que la gente acuda allí por distintos motivos, vinculando los milagros y leyendas que han oído.
También, imagino que igual que entonces, estuvieron por allí las autoridades de la época, los reyes y monarcas correspondientes en las celebraciones de cada año. El otro día, como es tradición, imagino que aprovechando por doble partida para hacer de paso campaña, pude observar como subía andando por la cuesta de la pradera, camino de la ermita, la “Alcaldesa” de Madrid hoy, Manuela Carmena, y un poco después la presidenta de la Comunidad de Madrid, “Cristina Cifuentes”, ambas con su séquito de asesores y seguridad.
Durante el todo el día hubo un reguero continuo de personalidades que se distribuyeron por distintos sectores de la verbena desde la mañana a la tarde. También apareció el alto clero al medio día, representado por el obispo y un pequeño séquito episcopal, que se acercó a la ermita en un opulento coche escoltado por dos motos de la policía, para presentar sus respetos al Santo. Los sacerdotes que oficiaban actos religiosos sin embargo habían acudido a pie.
Los medios de comunicación estuvieron presentes en sus centralitas informativas y con la ayuda de sus unidades móviles para reflejar la actualidad de todo lo que allí se producía.
También eran muy visibles en los accesos a la pradera, unas barreras enormes de hormigón, testigos de las amenazas más recientes que estamos sufriendo, para tratar de impedir la llegada de vehículos pesados de maneras parecidas a los últimos ataques terroristas ocurridos. Imagino que cada época tiene lo suyo, y en esta existe esa amenaza actual.
Había allí mucha seguridad, policía nacional que llevaba chalecos anti bala y portaba fusiles con munición real. También había Policía municipal por todas partes y más seguridad que no se veía.
También había un enorme dispositivo de atención sanitaria provisto de varias ambulancias y sanitarios dispuestos en unidades móviles de a pie o bicicleta para atender sobre todo las frecuentes lipotimias.
En relación a esta fiesta es lo mismo de todos los años pero al final es distinto cada vez, “eso es lo curioso”. Y sorprende aún más cuando descubrimos que en realidad no somos diferentes a estas personas de hace siglos, todo el conjunto es idéntico, las inquietudes y necesidades son las mismas.
La pradera de San Isidro es un mosaico que recoge prácticamente todos los ejemplos de asociación vecinal, política, voluntaria, musical, religiosa, familiar, individual, comercial y social que pudiéramos encontrar. Pero no es exclusivo de la ciudad de Madrid porque el formato es idéntico a la de otras celebraciones. Es algo subyacente al propio individuo y en conjunto a su pertenencia familiar, asociativa o individual.
En la pradera se integran las diferentes asociaciones y relaciones que se pueden producir en el ser humano y por consiguiente todos los intercambios que ocurren en el día a día.
En cada sector de la pradera se dan cita distintos colectivos intergeneracionales. En unas zonas se reúnen sectores más castizos, personas de mayor edad y que entienden esta verbena como lo hacían hace muchísimas décadas. Van vestidos con el traje conocido como de “chulapo” en el caso de él y de “chulapa” en el caso de ella.
Después hay en otras partes de la verbena gente más joven. Grupos muy numerosos de amigos y amigas que se relacionan allí, tomando comidas y bebidas. Vi también cómo de manera improvisada se producían bailes más contemporáneos sobre aquel césped en donde chicos y chicas seguían coreografías, la mayoría inventadas, pero que producían la diversión y risa de los propios participantes y espectadores cercanos.
Había en la verbena etnias de toda clase. Numerosos grupos de personas de raza gitana en nada desentonaban con aquella reunión porque aquel día todos los grupos eran igual de numerosos.
Destacar que este hecho se produzca de manera aislada en ciertos días del año y no sea algo cotidiano sobre todo en el mundo urbano.
Vi ejemplos de integración muy numerosos. Había mucha población oriental que participaba de esta festividad, en la mayoría de los casos vistiendo atuendos propios de este día. Sorprende un poco ver a japoneses vestidos de chulapos. Era gracioso y chocante verlos así, pero participaban activamente de esta fiesta de manera que eran uno más.
Lo mismo ocurría con turistas del Norte de Europa, con la piel blanca y que no paraban de hacer fotos a todo aquello ya que les llamaba mucho la atención.
También abundaba población latina de todos los órdenes, ya fuesen personas que llevan aquí en España más de dos décadas así como otras recién llegadas. Y vi también varios grupos de familias, que por el atuendo, conjunto y color piel eran de Marruecos y Argelia, y compartían allí con comidas propias de su religión, un día de campo sentados en familia junto al resto de personas. Me resultó muy revelador todo esto.
Sentado allí con mis padres, hermanas, sobrinos y amigos, en distintas visitas que realicé a la pradera en ediciones anteriores, era increíble observar ese río de gente de un lado para otro, miles y miles de personas paseando, y hablando y cantando, miles y mies de personitas con sus vidas, sus pensamientos, y sus puntos de vista propios.
Somos muchísimas personas diferentes que no podríamos convivir si no coincidiésemos en lo esencial, sería imposible. Y aquí se ve de manera palpable que es más lo que nos une que lo que nos separa
Una vez leí un artículo en una “revista de ciencia” que en una pradera se producen “relaciones de extraordinaria complejidad” en un nivel vegetal.
Parece que es un lugar simple y aparentemente sencillo pero todas las plantas que allí conviven desarrollan unas relaciones extraordinarias que difícilmente alcanzamos a imaginar, y se extienden a un siguiente nivel de fauna igualmente complejo, que ocurre de día y de noche, y que varía según las estaciones del año.
Las personas no somos tan diferentes, sino que replicamos modelos similares de un modo innato que solo tienen una explicación y cabida en la “ciencia del todo”.
Pues bien, en la ¨ Pradera de San Isidro ” u otras praderas, desde un punto de vista humano, ocurren relaciones y vínculos igualmente complejos.
Desde un punto de vista antropológico y global, así como la misma naturaleza y sentido de la humanidad, encuentran en este aspecto de la pradera un resumen de su pasado, presente y futuro, en un modelo que evoluciona hacia un punto que aun no comprendemos.
Pero no pasa nada, porque el próximo año nos veremos allí de nuevo.
Puede ser que sea tan sólo eso, repetir otra vez ese rito, y esa tradición que no es inherente.
autor del artículo:
Jesús Pablo Alonso García
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