Esta mañana madrugué un poco aunque libraba, porque empezó a sonar el teléfono con mensajes constantes. Al parecer, algo se estaba quemando
Subí las persianas, y mezcladas con las nubes de estos últimos días de lluvia, había una columna de humo gruesa, pesada, y torcida, que por su peso, se elevaba un poco, pero después caía al suelo, a varios kilómetros.
Detrás de los bloques de edificios, a varios kilómetros, esta columna, se veía moverse como si algo enorme se quemara, igual que un coloso enorme levantándose.
En el teléfono móvil por whatsapp, redes sociales, y medios de comunicación, informaban a la población sobre un enorme incendio ocurrido esta madrugada junto a la localidad de Seseña, a cuatro kilómetros de Ciempozuelos, donde yo vivo, y próximo a otras localidades cercanas donde viven muchos de mis familiares.
El panorama era realmente feo
Esa nube negra enorme empujaba hacia arriba a las nubes en el cielo, mezclándose con ellas, y contaminando ese mismo aire que respiramos y el agua que bebemos. Y al comienzo se elevaba esa nube por la temperatura del fuego, pero cuando se enfriaba, caía de nuevo al suelo, a varios kilómetros, hacia las Vegas, donde hay numerosas huertas con los alimentos que después comeremos.
Desde diversos medios Comunitarios y Locales se insistía en que no había peligro y que las personas que son expertas en esto, hacían lo necesario para contener el problema. No obstante, recomendaban no salir de casa y cerrar puertas y ventanas.
No pude quedarme en casa y salí para verlo más de cerca. Me aproximé a las estribaciones del pueblo para ver aquel desastre en toda su magnitud.
En el borde, se divisaba el pueblo de Seseña, el nuevo, el de los bloques de edificios construidos en años recientes. Y junto a las casas, una acumulación enorme de neumáticos, todos ardiendo. Se veían las llamas de vez en cuando porque el humo denso y negro, a veces las tapaba y no dejaba verlas.
Desde donde yo estaba, ajenos a este problema, golondrinas y vencejos, sobrevolaban el campo de flores cercano, un campo repleto de flores con bonitos colores, un olor agradable, y aún húmedas y frescas por las aguas recientemente caídas en esta primavera lluviosa.
El contraste era tan grande, que me surgieron muchas dudas acerca de si realmente estamos haciendo lo suficiente para proteger el Medioambiente.
¿Por qué se autoriza esa enorme acumulación de goma?
Resulta curioso que el incendio se produjera justo cuando, según informaron medios de comunicación locales y vecinos de la localidad, se estaba debatiendo sobre el traslado y desmantelamiento de ese cementerio, por estar, entre otras cosas muy cerca de poblaciones, pero que sin embargo resultaría enormemente costoso.
También es muy curiosos que el incendio se iniciase sobre las tres de la mañana, que es la hora que figura en la mayoría de los siniestros por incendio, según las agencias aseguradoras, en distintas tipos de comercio, locales, y polígonos, y detrás de los cuáles casi siempre se descubrió alguna clase de provocación, encubrimiento y delito, siempre claro, según explican estas agencias, y ateniéndose al mero hecho estadístico de la hora a las que se producen, y que en este caso, para nada tenga alguna relación y menos aún esté probado, pero que con las fuertes lluvias caídas y todo empapado y encharcado desde hace varias semanas, resulta difícil pensar en otra hipótesis que no sea la del incendio provocado, lo cuál, deberán discernir e investigar los Cuerpos de Seguridad competentes.
Se dice que apenas pueden reciclarse esta clase de materiales y su acumulación, más que costosa es sobre todo incómoda porque no deja de aumentar. Entonces, ¿Por qué se permite su producción?
Si no es bueno para el medio ambiente, está claro que no lo será para nosotros, porque el medio ambiente, es nuestra casa, ¡es dónde vivimos!
Me pude hacer una buena idea de lo que sobrevendrá en lo concerniente al Cambio Climático inminente y ya bastante patente a nivel mundial.
Al igual que se nos comunicaba desde los Cuerpos de Seguridad Estatales y Grupos Locales de Protección, a la población que aquí vivimos, que no había peligro pero que se recomendaba cerrarlo todo, y que “se confiaba en que el sentido del viento no cambiase”, sentí que, si en el futuro nos enfrentamos a otra clase de desastres más globales, ¡la respuesta será la misma!
Me quedé pasmado con estas declaraciones. O sea que, ¡se confiaba más en la suerte y en que el viento no cambiase que en los medios propios!
¿No sería mejor atajar el problema de raíz, primero no teniendo esos cementerios monstruosos de neumáticos, y segundo, no producirlos, o mejor, producirlo de manera que sea reciclable?
¿Qué hubiese pasado si esa columna de humo hubiese caído sobre Ciempozuelos? ¿A qué otros peligros estamos expuestos en la actualidad por contaminantes?.
¿Qué podemos hacer?
¿No sería mejor evitar de manera firme y paulatinamente, toda clase de contaminantes?. Sin embargo, amparados en la crisis mundial, los gobiernos hacen bastante poco sino lo contrario. Todos los caminos, políticas y propuestas se encaminan hacia la explotación total de los recursos usando las antiguas técnicas de hace cien años, que es “quemando algo” para producir energía, políticas que no cesan en hacerse más fuertes igual que un coloso que se ha levantado y permanece de pies, ya totalmente erguido y a la vista de todos.
No hay ninguna propuesta suficiente para tener energía limpia, la cuál, en el mejor de los casos, llega, siendo generosos, al 15%. Todo lo demás, es contaminante de algún modo.
Así, mucho me temo que cuando empiece el desastre, a la población de a pie, nos darán la misma respuesta: ¡confiar en la suerte!
Personalmente creo que se puede cambiar desde ya y de manera activa y operativa toda esta clase de políticas.
El único precio que debemos pagar de momento es el de, primero, estar informados de cuáles son los problemas reales que tenemos, y segundo, contener nuestros hábitos de consumo
Y esto se consigue de una manera muy clara que es estando en contacto y comunicación con la gente y produciendo cada uno la energía que consumimos.
Lo contrario lleva a un camino de individualismo en donde nadie habla con nadie sin importarle nada, y permanece en una urna, aislado y apático, ajeno a lo que lo rodea, viviendo una realidad soñada e imaginaria, virtual y falsa. Un camino que se escoge por ceguera y aberración. Un camino que lleva a la explotación salvaje, violenta y sin mesura, igual que una plaga de langostas y marabunta, las cuales lo arrasan todo, y que no lleva a ningún fin más que a la muerte y aniquilación de la propia especie, usando unos recursos que consideramos nuestros, cuando en realidad estamos de paso, y se trata de ser garantes de su uso y protección para las generaciones futuras.
¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué esperanza de vida y futuro tenemos como humanos?. Cada vez son más los incendios enormes y colosales que se suceden en los dos hemisferios, y ya da igual si es en verano o en invierno, porque se producen de igual manera, debido a que ya se ha modificado el clima tanto, que tenemos inviernos con verano y primaveras con invierno.
Noticias nos sacuden año tras año sobre la deforestación por tala y por incendios y ya parece que nos hemos insensibilizado. Cada bosque que tarda mas de un siglo en crecer, es arrasado en menos de un mes. ¿Cuántos árboles crees que van a quedar en veinte años?.
Es muy doloroso ver como enormes Bosques canadienses y norte de Europa y Asia de miles de kilómetros, y las enormes extensiones australianas, están expuestos a incendios cada vez más frecuentes los cuáles tardan varios meses en ser sofocados.
¿Podremos controlar todos estos problemas a un nivel global?.
¿Qué crees que podrías hacer Tú?
autor del artículo:
Jesús Pablo Alonso García
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