En un pueblo pequeño cercano a la ciudad de Segovia llamado Otero de Herreros se llevan realizando desde hace un tiempo importantes excavaciones arqueológicas.
Importantes en la medida que con cada azada se deja al descubierto parte de ese pasado que está lejos de nosotros que a su vez está sobre un pasado aun todavía más lejano, casi inalcanzable e imposible de ver y oír.
Este año es la "novena campaña de excavación" la cuál se inició con la primera prospección en el año 2009. Aquí se emplea un mes al año para las tareas de investigación de campo.
Puede parecer poco tiempo un mes de trabajos pero no sólo se trata de desenterrar sino que detrás hay una compleja y amplia investigación de estudio de aquello que se halla.
El yacimiento está localizado en el conocido como "Cerro de los Almadenes". Su nombre alude tal vez a su etimología ya que la palabra "almadén" proveniente de la lengua Árabe significa "mina".
En efecto, aquí se desarrollaron tareas de prospección y extracción minera en distintas épocas, algunas anteriores a la formación del vocablo en sí.
Por los restos que durante todos estos años han ido apareciendo, su uso y explotación es anterior a los Romanos situando el yacimiento en época pre-romana, tal vez hasta la edad del bronce.
Todo el cerro, que está siendo excavado en la actualidad por el equipo de arqueólogos, muestra estructuras muy sólidas. Es el caso de largos muros de piedra que antaño pudieran haber servido primero para delimitar el recinto y después, mediante ampliaciones, servir como muros defensivos. Todo eso se está aún estudiando.
Por todo aquel cerro están apareciendo restos correspondientes a un asentamiento Romano con edificios provistos de habitaciones y estancias cuyo uso también se investiga.
Es sorprendente ver lo bien conservadas que están algunas losas de piedra lisa de tamaño enorme y que servían como escalones para acceder a dichas estancias las cuales probablemente eran destinadas a usos administrativos del complejo.
En palabra de los investigadores de campo que allí trabajan y los directores del proyecto arqueológico, es difícil establecer aun funciones concretas a todas estas estructuras encontradas. Hace falta más tiempo para delimitar todo el conjunto y hallar más objetos.
La arqueología es una ciencia que va despacio y requiere de una amplia argumentación y justificación para explicar cualquier hallazgo encontrado. De este modo, antes de realizar de forma categórica cualquier afirmación, se debe asentar bastante.
En esta ciencia nada es definitivo. Las explicaciones que se dan son debidas a las pruebas encontradas y su clasificación por lo general mediante otras comparativas realizadas por ejemplo en yacimientos similares, estudios especializados publicados sobre cerámicas, estructuras y edificaciones clásicas, así como numismática de la época, entre otras.
En las excavaciones realizadas años atrás en el Cerro de los Almadenes, uno de los primeros hallazgos realizados fue el de "hornos antiguos".
Dichos hornos, colocados todos en hilera de manera y modo claramente industrial, presentan una estructura muy evolucionada de la que se deducen informaciones muy valiosas acerca de los metales que conseguían fundir en su interior.
Estas informaciones como por ejemplo las temperaturas conseguidas a nivel técnico e industrial, o también la ley del metal conseguido, aportan una idea sobre los avanzados conocimientos que estos pobladores tenían sobre metales y fundición.
El metal que se trataba de fundir en sí era por lo general hierro y cobre, el cual era extraído de bocaminas cercanas en cerros próximos, los cuáles están llenos de túneles, ahora hundidos en su mayoría, que se adentraban en la roca madre buscando el preciado metal.
También se buscaban otros metales valiosos como la plata o el wolframio, minerales también de máximo interés en todas las épocas, eso sí, muchísimo más escasos.
Dichos hornos situados en uno de los sectores que primero se excavó se atribuyen a un origen romano, por la estratigrafía que ocupan, y otra batería superior de construcción similar es atribuye a la época visigoda que es más moderna.
Bajo las estructuras industriales de los hornos romanos, hay otras estructuras anteriores en el tiempo, por lo tanto el yacimiento es mucho más antiguo de lo que se pensaba en un comienzo.
Aun quedan muchas investigaciones y hallazgos que realizar en este cerro que es una mina de conocimientos antiguos y de parte de la cultura de entonces.
Las inmediaciones del yacimiento están repletas de montículos, explanadas, agujeros, y miles de toneladas de roca machacada.
La roca rica en metales era primero extraída con la ayuda de herramientas mineras y a continuación era partida en trozos más pequeños y machacada para de esa roca, seleccionar las partes ricas en dicho metal.
A parte de minerales de cobre aparecen otros como la calcopirita, la pirita y la limonita, todos ellos ricos en hierro y azufre. Las rocas donde se encaja dicho mineral es tipo granítico y de gneises que con frecuencia aparecen rodeados de abundante cuarzo.
Las rocas ya preparadas y que contenían el mineral, se introducían en el interior de los hornos, sobre crisoles ,en donde se calentaban hasta su fundición. Es algo muy difícil de conseguir dicha temperatura y requiere de un conocimiento y técnica industrial que ya en aquellas épocas conocían.
En la zona hay abundante vegetación de encina, una madera enormemente calorífica y muy probablemente empleada en la combustión de dichos hornos. Sin embargo después de realizar analíticas los investigadores sobre las cenizas halladas en estos hornos, el resultado ha sido que se trataba de madera de pino, algo que ha sorprendido bastante.
También hay que tener en cuenta que la vegetación de hace dos milenios era distinta en especies y mucho más amplia que la actual.
Echando un vistazo desde el cerro se divisa una gran llanura salpicada de encinar pero en donde hay muchos claros, y según nos alejamos de la montaña, prácticamente todas las llanuras segovianas son de cereal hasta donde alcanza la vista.
La madera prendida y concentrado su fuego en un recinto cerrado tipo horno, es capaz de alcanzar temperaturas suficientes para fundir aquellos metales que en el caso del cobre era de unos 1.100 grados.
Una vez se lograba el líquido fundido se aislaba el metal preciado del resto que no servía. Estas serían las escorias. A veces era necesario realizar varias veces el proceso para obtener un metal de mayor pureza.
El uso del mismo se entiende sería de lo más variado, muy seguramente empleado para utensilios y armamento.
Todo el cerro está repleto de las escorias mencionadas. Enormes bolas redondeadas del tamaño de un puño, con formas caprichosas y vidriadas por su alta concentración de cuarzo fundido, brillan al sol, y sorprende ver un color verdoso en varias de sus aristas y superficies por el cobre oxidado a la intemperie y que se quedó allí en el proceso de fundición.
En las excavaciones se han encontrado cerámicas de todo tipo, de distintas épocas, desde medievales, las más recientes, hasta las de época romana. Se esperan más hallazgos en la medida que se profundice en las excavaciones.
Todos los indicios encontrados hasta la fecha permiten catalogar esta comarca como un lugar de gran interés estratégico mineral por parte de todas las civilizaciones que ocuparon el territorio en los últimos, al menos, más de 2.500 años, muy seguramente que más.
Queda mucho por investigar durante la excavación y puede que continúen las sorpresas, según comentan los arqueólogos, los cuales se muestran optimistas e ilusionados con todo el trabajo que se lleva desarrollado.
Hay pendientes de realizar estudios de todo tipo como por ejemplo el "camino antiguo" que parece salir de dicho cerro, también de enorme valor histórico, que tal vez esté relacionado con las calzadas romanas de influencia así como con "caminos milenarios" que se emplearon quién sabe si ya en la edad del bronce.
Toda la zona se está poniendo en valor por todo el "patrimonio minero" e industrial presente, su valor arqueológico e histórico patente, así como el reconocimiento de zona de especial protección para la Flora y la Fauna, todo un conjunto que sin duda, hará destacar un poco más a Otero de Herreros.
Este proyecto es aplaudido por sus habitantes los cuáles además de apoyarlo, participan en varios casos colaborando en los trabajos de excavación, como por ejemplo la Asociación de Vecinos de Otero de Herreros, la cuál junto a su actual Alcalde, se ha involucrado en el proyecto desde el comienzo.
Este proyecto cuenta además con varios apoyos institucionales necesarios e importantes ya no sólo del mundo académico, sino otros como La Diputación de Segovia, la Junta de Castilla y León, así como Patrocinadores y Colaboradores cercanos.
Sin embargo la mayor parte del peso del proyecto recae sobre la Sociedad Española de Historia de la Arqueología (S.E.H.A.) la cuál cuenta desde hace varios años con un equipo multidisciplinar de profesionales y expertos procedente de varias universidades y diversos campos académicos y de estudio, para el desarrollo de los trabajos en los que participa.
También cuenta con la colaboración de decenas de estudiantes de historia y arqueología que aprovechando estos meses de verano en que no hay clases pueden participar en dichas tareas.
Se puede observar cuando se acude allí, como estos jóvenes trabajan con ilusión y entusiasmo en labores arqueológicas que muy pocos tienen el privilegio de disfrutar.
Aquí en un trabajo propiamente de campo amplían in situ acerca del método de investigación científica en Yacimientos Arqueológicos reales en activo.
Estas tareas son muy amplias e incluyen la excavación y trazado mediante cuadrículas de los sectores para su correspondiente estudio.
Entre otras, también realizan perfiles topográficos del yacimiento y realizan un seguimiento diario con un director de equipo y trabajo para anotar todos los avances realizados, en las zonas asignadas, los cuáles van desvelando poco a poco hallazgos como largos muros de edificios antiguos, hornos y conducciones de agua.
Con pala, pico, azadón, y azadilla, se ponen al descubierto cada día trazados de estos poblados que se están estudiando, así como pequeñas cerámicas y otros restos aparecidos, que en un segundo trabajo de clasificación y estudio posteriores, los cuales tardarán varios meses, aportarán más informaciones y datos sobre el yacimiento.
Uno de los últimos hallazgos más destacados es la aparición, junto a lo que se consideran estancias de una vivienda, en una de sus habitaciones, unos estucos pintados.
Un estuco se considera una manera de decorar una pared, en este caso de piedra, con una mezcla de cal y arena para finalmente pintarla.
Es como si se escayolase en la actualidad una parte de nuestra vivienda para luego pintar directamente sobre ella algo decorativo.
Sorprende ver cómo está aún casi intacta esta pintura de hace dos mil años, allí enterrada, a la intemperie, eso sí, bastante deteriorada pero en la cuál se pueden apreciar sus tintes originales.
Son muchos los fragmentos sueltos de dicho estuco que están apareciendo lo que debido al paso del tiempo hacen muy difícil establecer una composición coherente de la misma.
Tal vez, aparezcan mejor conservadas otras pinturas aún pendientes de aislamiento que quedan enterradas junto a esas habitaciones nuevas encontradas.
Por eso es una tarea lenta la del estudio arqueológico, porque exige por un lado, de una manipulación delicada y certera, y por otro precisa de un cuidado enorme en la conservación de dichos hallazgos. Después de todo esto además, será necesario realizar el estudio correspondiente que llevará varios meses como poco.
Las tareas realizadas allí no consisten en extraer mucho material sino más bien en hacerlo de manera metódica y concreta.
Este modo de trabajar e investigar lo conocen bien los directores del Proyecto Arqueológico de Otero de Herreros, y su saber lo trasladan a sus colaboradores cercanos sean estos especialistas o estudiantes.
Las actuaciones arqueológicas que se llevan a cabo a nivel mundial son numerosas. Aún queda tanto por averiguar y por saber, que hay todo un muro enorme de silencio que nos separa de ese pasado que desconocemos casi por completo.
Parece que sólo las excavaciones de renombre como las que se desarrollan en Egipto son las más relevantes o bien aquellas llevadas a cabo en países lejanos.
"Cada cosa tiene su importancia, sobre todo aquella que le demos". Pero en lo que se refiere a nosotros y el vínculo que establecemos con nuestros antepasados para tratar de conocer un poco mejor el presente, ese vínculo es igual de fuerte en cualquier excavación, sea en Egipto o cerca de Segovia como es este caso.
Ambos hallazgos son de la misma importancia en un sentido arqueológico. En definitiva todo está relacionado, los habitantes de entonces, allá donde vivieron y sus descendientes, nosotros, los habitantes presentes.
Y es mediante el estudio de la Arqueología como mantenemos vivo ese vínculo que es un hilo invisible en el tiempo, es el eco de un susurro difícil de escuchar, un reflejo luminoso del pasado que se apaga según pasa el tiempo, y que está en nuestra mano rescatar y poner en valor.
Enlaces de interés:
S.E.H.A. (Sociedad Española de Historia de la Arqueología)
Video Televisión de Segovia sobre Yacimiento en 2017
Video Uned del Yacimiento Cerro de los Almadenes (2016)
Entrada Blog S.E.H.A. sobre el yacimiento
Ayuntamiento de Otero de Herreros
autor del artículo:
Jesús Pablo Alonso García
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